Presentación

La relación entre el mundo como “realidad social” y sus intentos de formalizarlo es problemática. Más cuando estos intentos forman parte de un área de estudio (las ciencias de la comunicación social) que tiene por objetivo estudiar o analizar este conjunto de relaciones sociales que suponen ser la “realidad”.
Así es que mediante el estudio y la lectura, muchas veces se traba relación con ciertos conceptos "teóricos" que se hace difícil vincular con "la realidad" que, se supone, les da vida.
Se llega entonces a falsas ideas: o estos conceptos en nada se corresponden con la llamada "realidad", o por el contrario, “la realidad” nada tiene que ver con sus intentos "formalizadores", que no es otra cosa que lo que los conceptos como herramientas teóricas intentan ser.
De este modo, se pierde la posibilidad de lograr un conocimiento menos incierto (descontando de por sí la totalidad) sobre el conjunto de relaciones sociales que la realidad supone ser.
La idea de este espacio es, precisamente, vincular algunos conceptos específicos tomados de las Ciencias de la Comunicación con casos prácticos de la vida cotidiana y los medios de comunicación, con la finalidad de que estos se transformen en herramientas reales de análisis práctico que permitan un mayor conocimiento sobre el mundo.

viernes, 3 de julio de 2009

Aunque no la veamos, la naturaleza siempre está… El accidente del vuelo 447: naturaleza, cultura y razón instrumental


1.
Aunque el título suene medio extravagante, este artículo trata precisamente sobre eso: sobre la relación entre el accidente aéreo del avión de la compañía Air France este Junio de 2009, los fenómenos naturales y el modo en que nuestra cultura “sabe” procesarlos. Nada tan significativo como una “tragedia” para dejar al descubierto una serie de formaciones imaginarias que nos permitan entrever este tipo de relaciones. Para empezar, es bueno recordar que, entre las muchas teorías que se manejaron sobre el accidente, pudo escucharse desde que había chocado con un meteorito, hasta que lo había interceptado un misil de largo alcance que estaba probando el gobierno de Francia.

2.
Probablemente, lo que se dice, las causas “reales”, no se conozcan nunca. Hoy, martes treinta de Junio de 2009, según algunos informativos, estamos a menos de veinticuatro horas de que las “balizas” de las cajas negras dejen de emitir señal y todavía no se tiene rastro de ellas. Por lo que es muy posible que desaparezcan para siempre, o por lo menos durante varios años.

3.
Sin embargo, más allá de las causas por las que el avión se desplomó, algo que a lo mejor, corresponde más a los ingenieros aeronáuticos, periodistas especializados, psicólogos forenses aeronáuticos (si es que existen), etc., lo que nos interesa como investigadores en ciencias sociales es poder observar los imaginarios construidos al respecto por nuestra “sociedad” (entiéndase desde los medios de comunicación y los periodistas que trabajan en éstos, hasta los ingenieros, pilotos y las simples conversaciones cotidianas que se escuchan en la calle, los bares, etc.).

4.
Cualquiera que haya prestado atención a los comentarios pudo escuchar que la generalidad de estos imaginarios podía resumirse en una sola cosa: la negación de la naturaleza, es decir, una resistencia notable (¡no se escuchó a nadie adjudicarse esta postura!) a asumir a la naturaleza como un factor decisivo a la hora de pensar las causas del siniestro. Esto se mostraba con afirmaciones categóricas, principalmente de ingenieros y pilotos: “una tormenta no puede derribar una aeronave semejante”. Si existe algo tal como lo que Garfinkel llama asunciones incorregibles, seguramente esta, sea una de las limitaciones de nuestra sociedad al respecto. Una tormenta, no derriba a un avión.

5.
Del malestar en la cultura y a la razón instrumental:
Luego de lo que se conoce como el giro de los años veinte, Freud publica El malestar en la cultura y sus textos de tipo antropológico-culturales. Puede decirse que en este texto, como en Más allá del principio de placer, intentó sentar una posición con respecto a la vieja dicotomía entre el hombre como representante de la cultura y su relación con la naturaleza. En los ámbitos académico-intelectuales, las interpretaciones predominantes, eran (y siguen siendo) principalmente las derivadas del pensamiento hegeliano que supone al Hombre como negación de la naturaleza[1] (ver Arte y mediación en el blog). Lo que Freud intenta explicar es que así y todo el ser humano, siendo un ser de la cultura y el lenguaje, intente negarla, siempre algo de la naturaleza, no sólo permanecerá en el mundo “humano”, sino que pujará por hacerse presente.

El orden es una especie de impulso de repetición que establece de una vez para todas cuándo, dónde y cómo debe efectuarse determinado acto, de modo que en toda situación correspondiente nos ahorraremos las dudas e indecisiones… Cabría esperar que se impusiera desde un principio y espontáneamente en la actividad humana, pero por extraño que parezca no sucedió así, sino que el hombre manifiesta más bien en su labor una tendencia natural al descuido, a la irregularidad y a la informalidad, siendo necesarios arduos esfuerzos para conseguir encaminarlo a la imitación de aquellos modelos celestes(Freud, 1992, 37)

6.
Lo que Freud encuentra es que existe un límite tras el cual, la naturaleza, así y todo se reprima, siempre se manifiesta. “Esta tensión es propia de la cultura del hombre, de su “malestar”, de la pelea entre la formalización y la resistencia a ser formalizado” (Ford, 1999: 138). Es más, según Freud, mientras más se intente negarla, esta resurge con más fuerza y puede ser causal de hechos siniestros como las guerras o los genocidios.

7.
Creo que es sobre un principio semejante, y la consabida influencia que tiene Freud en el pensamiento de la escuela de Frankfurt, que se forjan las interpretaciones de Adorno y Horkheimer sobre la razón instrumental. Lo que estos autores intentan es dar cuenta sobre el uso que el hombre ha hecho de la naturaleza en sus intentos por dominarla. Del hombre dominado por su ambiente natural y determinado por la construcción de mitos referenciales al mismo, se pasa al hombre que intenta situarse por encima de ésta hasta el punto de querer hacerla desaparecer. La sociedad de hoy se erige con tanta determinación por sobre la naturaleza y ha asimilado de tal forma este presupuesto que se asombra, al mismo tiempo que la niega, cada vez que ella se hace presente. Y esto es precisamente lo que nos llama la atención: la contratara de su dominio, o del intento de dominio sobre la misma, es su negación.

8.
Podríamos decir que la caída del avión como un hecho inverosímil, como una catástrofe inexplicable, como un fenómeno que no encaja en el imaginario social construido por nuestra “cultura”, remite, por lo menos indirectamente, a las hendijas a través de las cuales la naturaleza insiste como una fuerza autónoma, desconocida e incontrolable.

9.
Sirve como ejemplo la transcripción de un fragmento de uno de los diálogos más interesantes e insólitos ocurridos luego del accidente aéreo que un periodista de la cadena de noticias C5N mantiene con un colega brasilero:

Se dice que chocó contra un meteorito, ¿sabe algo de eso?”.

A lo que el periodista brasilero responde:

No escuché sobre esa teoría, pero el Airbus 330 es tan moderno que sus computadoras a veces se le adelantan al piloto y a este se le dificulta el manejo del avión”.

10.
Hay pocos ejemplos tan claros para explicar qué es lo que están pensando Adorno y Horkheimer cuando refieren a este concepto: la razón instrumental. Por un lado observamos, casi hasta el punto de la ridiculez, la introducción de un elemento totalmente ajeno a nuestro universo pensable: impedidos de concebir la idea de que una tormenta, como parte de la naturaleza, sea capaz de derribar a una máquina inventada por el Hombre, como representante de la cultura, es necesario introducir un elemento casi ajeno a las representaciones posibles: un meteorito. En este caso, éste, ya no sería un representante de esta naturaleza negada sino que estaría mas bien cumpliendo el papel de lo que no puede ser, lo inverosímil. Es decir, parte misma de la resistencia. Es más fácil pensar en un meteorito impactando al avión (algo estadísticamente casi imposible) que asumir que un fenómeno climático cercano, una tormenta, es responsable del hecho.

11.
Y por otro lado, en el diálogo se observa claramente una concepción de la modernidad en la que el hombre como ser natural parece quedar totalmente relegado. Dice Max Horkheimer,

Poca importancia tiene para ella (la razón instrumental) la cuestión de si los objetivos como tales son razonables o no. Si de todos modos se ocupa de fines, da por descontado que también éstos son racionales en un sentido subjetivo, es decir, que sirven a los intereses del sujeto con miras a su autoconservación, ya se trate de la autoconservación del individuo solo o de la comunidad, de cuya perdurabilidad depende la del individuo”.

12.
Es decir, esta máquina es tan moderna que es peligrosa incluso para el hombre mismo. Aquí podríamos decir que se exacerba al máximo esta contradicción entre naturaleza y cultura, a punto tal que, cual película Terminator, la máquina, programada a cumplir sus “objetivos”, estos “fines razonables” que menciona Horkheimer, resulta, incluso, peligrosa para el hombre, aunque más inteligente y por qué no mas “racional” ya que hace las cosas tan bien que éste es incapaz de comprenderla.

13.
Conclusión
¿Tan difícil le resulta al “hombre” admitir que la naturaleza aun existe? ¿Tan grande es la “herida narcisista” que esto provoca en nuestra cultura? ¿Por qué se hace tan difícil pensar en la imposibilidad de que una gran tormenta pueda derribar una máquina fabricada por el hombre? Resulta demasiado fácil asumir que conocemos íntegramente toda la potencia que una tormenta puede alcanzar.

14.
En todo caso, más que tratar de comprender las causas “reales” por las que el avión de Air France cayó al océano (algo que posiblemente nunca se sepa), lo interesante y lo que deberíamos hacer, es poder comprender las razones por las que se hace tan difícil pensar que una tormenta pudo haberlo hecho, es decir, la resistencia de nuestra “cultura” a aceptar que la naturaleza como tal, aunque intentemos negarla, todavía existe.


Bibliografía:
Ford, Aníbal (1999). Navegaciones. Amorrortu. Buenos Aires.
Freud, Sigmund (1992). El malestar en la cultura. Alianza, Buenos Aires.
Horkheimer, Max (1973). Crítica de la razón instrumental. Sur, Buenos Aires.
[1] En éstas, el hombre como ser cultural se transforma en un antagonista de la naturaleza, es decir, la simbolización de la misma sería completa. Recordemos que, a diferencia de Kant, en el que aun subsistía un “noúmeno”, es decir, algo inaccesible de la cosa, inasimilable para el sujeto, para Hegel este límite es completamente superado por la “cultura”. Cualquier resto de la naturaleza se disuelve en la capacidad del hombre de formalizarla y es así que es negada.

5 comentarios:

  1. Entonces, si un árbol se cae y no hay ningún sujeto que presencie el acontecimiento ¿hace ruido? Sí
    Aceptemos que la naturaleza es lo real

    Muy buena entrada,

    Saludos

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  2. La naturaleza es lo real? o ese espacio de tensión irreductible entre "cultura" y "naturaleza?

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  3. Ya lo pensé y pregunto: ¿en todas las culturas existirá tensión en el espacio entre la cultura y la naturaleza? Calculo que tendría que leer más sobre otras culturas para validar una respuesta, pero me pregunto si no será la cultura occidental etnocentrista la que instaló la tensión en ese espacio.

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  4. Es posible q sea de otro modo? Es posible una relación inmediata con el mundo? Los animales la tienen pero no tienen autoconciencia ni la posibilidad de una "historia". Ellos tienen instintos no pulsiones ni deseos. Sienten hambre y comen, no tienen un menú. El hombre ganó en libertad, es autoconciente, no está preso de sus "instintos" (en todo caso lo está de sus pulsiones y deseos inconcientes) pero al precio de esta separación o tensión con la naturaleza, de esta "mediatez". La palabra mata la cosa, pero a la vez le da una nueva vida.

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  5. El sujeto cosifica, domina y avasalla a la naturaleza. Pero en un movimiento dialéctico el sujeto mismo termina siendo cosificado, dominado y avasallado ya que es parte de la naturaleza.

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