Presentación

La relación entre el mundo como “realidad social” y sus intentos de formalizarlo es problemática. Más cuando estos intentos forman parte de un área de estudio (las ciencias de la comunicación social) que tiene por objetivo estudiar o analizar este conjunto de relaciones sociales que suponen ser la “realidad”.
Así es que mediante el estudio y la lectura, muchas veces se traba relación con ciertos conceptos "teóricos" que se hace difícil vincular con "la realidad" que, se supone, les da vida.
Se llega entonces a falsas ideas: o estos conceptos en nada se corresponden con la llamada "realidad", o por el contrario, “la realidad” nada tiene que ver con sus intentos "formalizadores", que no es otra cosa que lo que los conceptos como herramientas teóricas intentan ser.
De este modo, se pierde la posibilidad de lograr un conocimiento menos incierto (descontando de por sí la totalidad) sobre el conjunto de relaciones sociales que la realidad supone ser.
La idea de este espacio es, precisamente, vincular algunos conceptos específicos tomados de las Ciencias de la Comunicación con casos prácticos de la vida cotidiana y los medios de comunicación, con la finalidad de que estos se transformen en herramientas reales de análisis práctico que permitan un mayor conocimiento sobre el mundo.

jueves, 18 de junio de 2009

La economía se recupera, pero la pobreza aún no disminyue: Sentido y hegemonía

1.
El martes 2 de marzo de 2004, el diario Clarín publicó el siguiente titular:

La economía se recupera, pero la pobreza aún no disminuye
Según un informe privado es por el bajo nivel de los salarios. El ingreso medio de la población ocupada es hoy un 25% inferior al costo de una canasta básica.

La primera pregunta que nos hacemos es la siguiente: ¿qué es lo que hace que una palabra signifique una cosa y no otra? Desde el sentido común o de la Doxa, como suele llamárselo desde el campo académico, las palabras parecieran tener un significado en sí mismo, es decir, la relación entre una cosa y su nombre estaría dada por una relación necesaria o “natural” y no como el producto de una simbolización atravesado por la cultura. De este modo se evitaría todo un proceso de mediación (ver arte y mediación…) bastante complejo y por momentos confuso, que oscurecería toda nuestra relación con el mundo. Con esto no se pretende decir que el general de las personas sea incapaz de reconocer cómo funcionan estos procesos de nominación, ya que en una conversación detenida y pausada cualquiera sería capaz de reconocer este proceso, pero que, seguramente olvidaría luego, ya que el modo en que actuamos en la vida cotidiana depende más de nuestras experiencias prácticas asimiladas a través de procesos afectivos o corporales que de los procesos reflexivos.

2.
Es una lástima pero, lamentablemente, la relación del hombre con su mundo, a diferencia de los animales (aunque nadie pueda comprobarlo fehacientemente), es una relación “mediada” o desencantada. Esto por supuesto nos trae una primera complicación, principalmente para quienes alguna vez leímos la Biblia: ¿qué es lo que sucede entonces con los nombres que puso Dios a las cosas de este mundo? ¿Ya no son “sus nombres propios” los nombres que Adán puso a las bestias y a los animales? Con esto nuestro “desencanto” aumenta, y pareciera que nos engañaron.

3.
Como podemos observar, en la historia del pensamiento, el problema entre los nombres y las cosas tiene, al menos, tres mil años y sus respuestas van desde la religión a la literatura pasando por supuesto por la filosofía.

4.

“...si se pretendiese que la palabra tiene una infinidad de significaciones, es claro que no sería ya posible entenderse. En efecto, no significar un objeto uno, es no significar nada. Y si las palabras no significan nada, es de toda imposibilidad que los hombres se entiendan entre sí; decimos más, que se entiendan ellos mismos. Si el pensamiento no recae sobre un objeto uno, todo pensamiento es imposible. Para que el pensamiento sea posible es preciso dar un nombre determinado al objeto del pensamiento.
El nombre... designa la esencia, y designa un objeto único: por consiguiente ser hombre no puede significar lo mismo que no ser hombre... (1942: 27).

Cuando Aristóteles hace estas afirmaciones en el libro cuarto de La Metafísica está buscando un modo de nombrar un objeto de una manera que todos puedan referirse a lo mismo:

“...si lo que es más una cosa, es lo que se aproxima más a ella, debe haber algo verdadero, de lo cual será lo más verdadero más próximo. Y si esto verdadero no existiese, por lo menos hay cosas más ciertas y más próximas a la verdad que otras...” (35)

Lo que Aristóteles busca es la respuesta a la pregunta sobre qué es lo que otorga a una cosa su identidad, y es en este sentido que se pregunta por el nombre de la cosa, en este caso el nombre verdadero sería el que sabe captar lo esencial que la cosa tiene. Aristóteles se diferencia de las visiones más actuales, producto posiblemente de su visión teorética del mundo, es decir, aun subsiste en su filosofía, una visión que separa el mundo de los modos de conocimiento que tenemos sobre este.

5.
Podríamos pensar que la propuesta del Génesis, hasta es mucho más actual en el sentido de que creación y nominación son procesos que se encuentran ligados. Por lo menos hasta el don otorgado a Adán, ya que cuando dios le otorga esta posibilidad al hombre, éste ya no puede nombrarlas en toda su dimensión (siempre hay algo de la cosa que escapa a la formalización, ya que la misma está inserta en un contexto de tiempo y espacio determinado que no puede fijarse en el lenguaje): el nombre original es parte de una incógnita que quiere resolverse ya que significa un dominio sobre ello, un mundo de significados.

6.
Goethe, quién mantenía estrechas relaciones con Hegel tanto personales como intelectuales, comprendía esto perfectamente y es posible que en las palabras de Fausto ya pueda encontrarse el origen de las teorías performativas sobre el lenguaje:

“Escrito está: ‘En el principio era la palabra’... Aquí me detengo ya perplejo. ¿Quién me ayuda a proseguir? No puedo en manera alguna dar un valor tan elevado a la palabra: debo traducir esto de otro modo si estoy bien iluminado por el Espíritu. Escrito está: ‘En el principio era el sentido’... Medita bien la primera línea; que tu pluma no se precipite. ¿Es el pensamiento lo que todo lo obra y crea?... Debiera estar así: ‘En el principio era la fuerza’... Pero también esta vez, en tanto que esto consigno por escrito, algo me advierte ya que no me atenga a ello. El Espíritu acude en mi auxilio. De improviso veo la solución, y escribo confiado: ‘En el principio era la Acción’”.(1946: 41).

7.
Hoy más que nunca, luego de las profundizaciones que hicieron las teorías de Ludwing Wittgenstein y John Austin sobre el lenguaje sabemos que la palabra es acción y a la vez, posteriormente a los estudios que van desde Nietzsche a Lacan, pasando por Gramsci, Benjamin, Voloshinov y Foucault, sabemos que el nombrar no tiene nada de inocuo; el nombrar es un dominio sobre la cosa y sobre la historia de la cosa y por lo tanto un dominio sobre el otro. Si existían tribus en las que el nombre se ocultaba al resto es porque no estaban equivocados al pensar que el conocimiento de su verdadero nombre le otorgaría a ese otro un dominio sobre su persona. Cuando Lacan dice que el nombre propio es lo menos propio que tenemos, no se equivoca en absoluto.

8.
Volviendo a Aristóteles, lo que éste no puede pensar es la verdad como un acto contingente, y al nombre de una cosa significando más de una cosa al mismo tiempo, posiblemente a causa de su estilo de razonamiento “predicativo”, puesto que es muy fuerte el peso que tiene la “sustancia” como garante de que, en última instancia, una cosa sea una y no otra. Para Aristóteles la sustancia es lo que la cosa mantiene siempre y lo que le otorga su identidad (esta es una de las principales críticas que va a hacer Hegel a este tipo de razonamiento, ya que pierden todo el movimiento que el sentido puede tener). El nombre es puesto desde afuera, el mejor nombre estará más cerca de la verdad.

9.
Este tipo de razonamiento, de algún modo, esconde la autoridad que existe y exige el proceso de nominación y a la vez su contingencia y la construcción de la cosa. Estos son procesos que no se dan por separado ya que, si una cosa no tiene un nombre y un significado necesarios, entonces quien logre construir estos será quien tenga una autoridad sobre la misma. Por lo que, cuando buscamos el nombre de una cosa estamos involucrados en un asunto en el cual existe una puja por el mismo, pero esta disputa no es una exploración por ver quién encuentra ese nombre que el objeto tiene, sino una disputa por ver quién puede nombrar a ese objeto y así inscribirlo de una determinada manera en un espacio simbólico.

10.
Así es que volvemos a nuestro titular y nos preguntamos, ¿qué es lo que posibilita una afirmación semejante (La economía mejora, pero la pobreza no disminuye)? Si nos remitimos a los primeros significados sobre el concepto de economía vamos a encontrar que refería a la administración de los bienes del hogar. A partir de esto se constituyen dos significados diferenciados; uno es el que refiere a una serie de indicadores respecto al funcionamiento de una nación. Y otro es el que tiene que ver con un área específica de estudio, según Engels: “la ciencia que estudia las leyes que rigen la producción, la distribución, la circulación y el consumo de los bienes materiales que satisfacen necesidades humanas”.

11.
Sabemos que el titular tomado del diario no refiere al segundo, puesto que decir que un área de estudio o una ciencia se recupera, no sabríamos bien qué significa (posiblemente que millones de peregrinos se abocaron al arduo estudio de la economía). Sin embargo esto no supone saber exactamente qué significa al estar refiriéndose al primer sentido, si queremos encontrar alguna relación con los primeros significados que tuvo este significante.

12.
De este modo, nos preguntamos: si economía significara algo relacionado con la administración de bienes, evidentemente que este titular estaría escrito por un esquizofrénico. ¿Qué clase de loco podría escribir que esta serie de indicadores que refieren a la administración de bienes se recupera cuando la mayor parte, o en todo caso, gran parte de los hombres afectados por ésta se encuentran en situación de pobreza? Es decir, ¿qué clase de administración puede tener en cuenta el editor o el periodista al publicar un titular que dice, prácticamente: hay muchas personas que no reciben nada del producto o de los bienes de la nación (ya que pobreza no significa otra cosa)?

13.
Sin embargo, quienes leen, o leemos el titular, podemos comprenderlo perfectamente, y no por eso somos esquizofrénicos. Esto nos lleva a pensar que el significado del concepto economía se ha transformado. Evidentemente que en lo que respecta a la administración tenemos dos posibilidades: o fue borrado de la cadena equivalencial completamente, o se ha naturalizado que dentro de esta “administración” de los bienes existen ciertos sectores que no deben incluirse.

14.
Si fuésemos filólogos podríamos pensar, “la gente se volvió loca”. Pero, más allá de que exista algo de cierto en esta ultima afirmación, lo que puede observarse es que el lenguaje tiene diferentes sentidos de acuerdo a quién tenga la posibilidad de establecer sus significados. Por lo que, a la pregunta de Alicia

-la cuestión es saber si se puede hacer que las palabras signifiquen cosas diferentes.

No hay mejor respuesta que la de Humpty Dumpty

-¡la cuestión es saber quien dará la norma y punto!

15.
Cuando dios le pone el nombre a cada cosa, éste puede hacerlo porque es quién tiene el poder de nombrar (es un absoluto), y a la vez, este nombrar es lo que crea las cosas. Como metáfora nada podríamos encontrar mejor. Ya Adán, como hombre no es capaz de nombrar las cosas en su totalidad (dar el nombre que “las cosas tienen”), o sea que, en este segundo paso, nos encontramos ya con la contingencia (tenemos que conformarnos): las cosas pueden tener muchos nombres, pero no solamente muchos nombres, sino también varios significados (acá ya apareció Eva).

16.
De este modo observamos que un código estaría operando en modo abstracto, es decir, daría lugar a una serie de limitaciones en sentido abstracto. Su sentido es completado de acuerdo a relaciones de poder específicas que guían el sentido de las palabras. En general, desde el sentido común, se le otorga la mayor importancia a los nombres, ya que se asume como tales que estos tienen un sentido per-se, natural. Si nos adentramos en un análisis serio, caemos en la cuenta de que el nombre, el significante en tanto tal, no tiene tanto sentido como el significado a que da lugar, compuesto, eso sí, por una remisión de signos (ya que un signo, solo tiene sentido en relación a otros signos, de este modo estamos condenados al significante, pero no a un significante puro, invariable)

17.
Es por esto que Voloshinov describe al signo lingüístico como la arena de la lucha de clases, intentando mostrar, por un lado, esta poliacentualidad del signo lingüístico, y por otro que sus significados mutan y cobran diferentes sentidos de acuerdo al contexto de utilización del mismo (un contexto en relación a la clase, ya que Voloshinov proviene del marxismo). Pero, precisamente al no ser dios quien pone nombre a las cosas, sino el hombre (mas allá del infinito poder “simbólico” que pueda lograr) es que este nombre y sus significados siempre se encuentran en disputa. Gramsci dice….

“lenguaje es esencialmente un nombre colectivo que no supone una cosa única ni en el espacio ni en el tiempo… es en realidad una multiplicidad de hechos más o menos orgánicamente coherentes y coordinados. Llevando las cosas al límite se puede decir que cada ser parlante tiene su propio lenguaje” (31).

Y más adelante,

“El lenguaje se transforma al transformarse toda la civilización, con el aflorar de nuevas clases a la cultura, por la hegemonía ejercida por una lengua nacional sobre, otras, etc…” (157).

18.
Por lo que, si el titular citado tiene sentido y es comprensible, y no nos resulta esquizofrénico, ello es gracias a que un grupo de poder, representado por una clase, ha logrado construir una serie de equivalencias que determinan un sentido “nuevo” al concepto de economía, un sentido que evidentemente funciona en su favor. Si eliminamos la relación a la administración o simplemente asumimos que ciertos sectores no tienen derecho a estos bienes administrados, entonces, si la pobreza disminuye o no, se transforma en una cuestión accesoria al concepto. Contrariamente, si la relación se mantuviese en el mismo significado del concepto, si fuese posible dar un sentido a economía en el cuál la administración “justa” o “equilibrada” tiene un peso esencial, ya no sería posible hablar de recuperación si no se encuentra implícita esta disminución de la pobreza.

19.
Esto, evidentemente significa una victoria de quienes tienen la posibilidad de hacer funcionar el lenguaje en su propio beneficio. Lo que nos lleva a repensar la frase de Roberto Arlt, “un pueblo impone su idioma, por prepotencia, nada mas”, o sea, probablemente sea a partir de la lengua donde comienza la lucha de clases.
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Bibliografía:
Aristóteles (1942). La Metafísica. Jakson, Buenos Aires.
Gramsci, Antonio (1971). El materialismo histórico y la filosofía de Benedetto Croce. Ed. Nueva Visión. Buenos Aires.
Hegel, G.W.F.(1999). Principios de la Filosofía del Derecho. Barcelona, Edhasa.
Hegel, G. W. F.(1993) Ciencia de la lógica. Buenos Aires, Ediciones Solar.

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