Presentación

La relación entre el mundo como “realidad social” y sus intentos de formalizarlo es problemática. Más cuando estos intentos forman parte de un área de estudio (las ciencias de la comunicación social) que tiene por objetivo estudiar o analizar este conjunto de relaciones sociales que suponen ser la “realidad”.
Así es que mediante el estudio y la lectura, muchas veces se traba relación con ciertos conceptos "teóricos" que se hace difícil vincular con "la realidad" que, se supone, les da vida.
Se llega entonces a falsas ideas: o estos conceptos en nada se corresponden con la llamada "realidad", o por el contrario, “la realidad” nada tiene que ver con sus intentos "formalizadores", que no es otra cosa que lo que los conceptos como herramientas teóricas intentan ser.
De este modo, se pierde la posibilidad de lograr un conocimiento menos incierto (descontando de por sí la totalidad) sobre el conjunto de relaciones sociales que la realidad supone ser.
La idea de este espacio es, precisamente, vincular algunos conceptos específicos tomados de las Ciencias de la Comunicación con casos prácticos de la vida cotidiana y los medios de comunicación, con la finalidad de que estos se transformen en herramientas reales de análisis práctico que permitan un mayor conocimiento sobre el mundo.

miércoles, 24 de junio de 2009

Fetichismo: dólar, fálsas equivalencias y sentido común


1.
El diario Clarín, el lunes 29 de diciembre de 2008 destinó gran parte de la sección El mundo a explicar el fenómeno de Cuba y su revolución del 59´. Este periódico tiene por costumbre exponer datos sintéticos, supuestamente interesantes o destacados, referidos al tema tratado, en un pequeño recuadro en el medio de la página. Y en este aparecía:

20, es el equivalente en dólares del sueldo medio que se paga a un asalariado en Cuba”.

2.
La pregunta que surge inmediatamente es la siguiente: ¿qué clase de “equivalente” es el que propone el periodista encargado de este misterioso recuadro? ¿Habrá leído alguna vez el capítulo sobre la mercancía de El capital de Carl Marx?

Lo cierto, es que puede servirnos en forma excelente para ilustrar en modo sintético, el carácter fetichista, posiblemente no tanto del dinero, como de algunos enunciados, es decir, cómo éstos adquieren un carácter inmanente y pierden su valor transicional o equivalencial.

3.
Para referirse a sí mismo como hombre, el hombre Pedro tiene que empezar refiriéndose al hombre Pablo como a su igual. Y al hacerlo así, el tal Pablo es para él, con pelos y señales, en su corporeidad paulina, la forma o manifestación que reviste el género hombre (Marx, 1980: 20)

Marx ilustra parte del famoso capítulo con el ejemplo citado. Posiblemente el periodista de la nota no lo haya leído, o se haya tomado demasiado seriamente la metáfora referida a “los hombres” como equivalentes y ahí haya terminado su comprensión del texto. Yendo a lo más básico del entendimiento, nos preguntamos: ¿qué significa comparar el “sueldo medio… de un asalariado” en dos lugares completamente diferentes, por no decir opuestos, del planeta, sin una referencia a otra cosa que pueda establecer una verdadera relación equivalencial? Sirve de algo preguntarse cuántas unidades referidas a un papel o moneda uno recibe por un tiempo de trabajo si no hay una referencia sobre lo que se puede hacer con éstos? No es más pertinente y a la vez más simple preguntarse en todo caso ¿qué es lo que un asalariado puede hacer con ese papel simbólico que percibe? ¿Cuántas veces puede concurrir al hospital o a cualquier centro de salud? ¿Qué tipo de educación puede recibir o darle a su hijo? O ¿A qué tipo de ocio o recreación tiene derecho?

4.
Esto sería, en todo caso, establecer una relación equivalencial entre las posibilidades de un sueldo. Poner las cosas de otro modo, no sirve más que a los efectos de: 1- establecer un mal análisis, 2- reproducir un orden social regido por un tipo particular de sentido común que ha naturalizado el dólar como valor en sí mismo, sin tener en cuenta las relaciones de fuerza que este esconde. Un enunciado carente de sentido informativo (no así político) si no se miden las posibilidades que esto brinda. 3- hacer un pequeño análisis sobre el carácter fetichista de algunos enunciados y 4- comprobar la mala voluntad o simplemente la poca inteligencia de algunos periodistas.

5.
El fetichismo no es otra cosa que la capacidad de encantamiento que tienen ciertos objetos “preciosos” a los que se le otorga un valor esencial o inmanente, y a causa de ese mismo resplandor hipnotizante no permiten observar lo que guardan (las relaciones que reproducen) bajo su brillo. Marx alude a esto en el capítulo sobre la mercancía para mostrar que si existe un equivalente general que toda mercancía esconde, estaría dada por el trabajo humano realizado en condiciones sociales “normales”, algo que el sistema capitalista precisa ocultar para poder seguir reproduciendo la plusvalía.

No nos interesa, por lo menos no en este caso, establecer un análisis sobre el valor del dólar en términos económicos. Pero sí poder mostrar las causas que permiten al periodista o editor encargado de la nota asumir que esa (los veinte dólares…) es suficiente información, y que precisamente éste es el carácter fetichista de su discurso. Es decir, la motivación de la falsa equivalencia permanece “oculta”, la razón no es de tipo “económica” cuanto que política.

6.
La importancia del fetichismo para el psicoanálisis, radica precisamente, en la búsqueda de las razones ocultas que motivan un sueño, un acto fallido, etc., y en no asumir tan fácilmente lo que se muestra en primera instancia como factor decisivo de esta producción: lo que deslumbra.

Si a un paciente aún inexperimentado le preguntamos qué le ocurre con respecto a un sueño, no sabrá aprehender nada en su campo de visión espiritual. Tendremos, pues, que presentarle el sueño fragmentariamente, y entonces producirá, con relación a cada elemento, una serie de ocurrencias que podremos calificar de “segundas intenciones” (Freud, 1983: 410).


En el caso tratado vemos que tras esta equivalencia existe una carga ideológica muy fuerte (una segunda intención), que es uno de los elementos más importantes del fetichismo. El dólar, como representación de la primera potencia, tiene relevancia a fines de establecer una valoración negativa frente a un régimen opuesto (la escasa cantidad de dólares que un cubano puede obtener), bajo una falsa equivalencia, una naturalización, producto de un sentido común: todos asumimos que existe un mínimo de “dólares” que todos debemos obtener para vivir dignamente.


7.
Si el recuadro tiene sentido en relación a sus lectores es porque existe una relación dada entre sentido común, fetichismo e ideología que garantizan el efecto deseado. La motivación no estaría así en dar información cuanto que en parcializar la percepción del lector en relación a un régimen opuesto al capitalismo. Nuestro trabajo es poder destrabar este tipo de asociaciones raspando la superficie y mostrando la trama “real”, “fragmentaria”, las segundas intenciones, que le dan sentido.

Bibliografía:
FREUD, Sigmund (1983) La interpretación de los sueños. Ed. Biblioteca Nueva, Madrid.
MARX, Karl (1980). El capital. Ed. Ciencias Sociales, Habana.

3 comentarios:

  1. Muy interesante mariano, (soy alumna tuya de la UBA)

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  2. ¿Qué es entonces lo que el dólar esconde bajo su encanto? Yo creo que es la moneda que se utiliza para maximizar las ganancias, que se utiliza como medio de dominación mundial para acaparar la riqueza. Y comparar el sueldo medio de dos asalariados en lugares distintos es una forma de dominación donde el dólar sería una medida estándar para establecer un (falso) “equivalente”.

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  3. Exactamente, establecer una falsa equivalencia resaltando aspectos que ayudan a la reproducción del sistema dominante, al mismo tiempo que se esconden las que podrían ponerlo en cuestión. Esa es la "doble fuerza" del fetiche.

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